Sentidos y disputas por la memoria: una mirada desde las víctimas
Ante los recientes hechos de violencia registrados en algunas regiones de Colombia, la conferencia de Martha Nubia Bello, investigadora y docente de la Universidad Nacional de Colombia cobró especial valor. Así lo destacó el Director Académico del Instituto Colombo-Alemán para la Paz – CAPAZ al inicio de la sesión del 18 de agosto de 2020, dentro del programa del seminario internacional sobre la historia y la memoria de la violencia y los conflictos en América Latina.
El seminario presentará, en modalidad virtual, las conferencias de expertas y expertos sobre las dinámicas de la violencia y los conflictos en América Latina, desde las perspectivas de la historia y la memoria. El ciclo de conferencias irá de agosto a noviembre de 2020, y es organizado por el Instituto Colombo-Alemán para la Paz – CAPAZ, en asocio con el Instituto de Estudios de América Latina y El Caribe de la Universidad del Norte (Colombia), la Universidad de Giessen (Alemania) y CALAS.
La memoria en contexto
Martha Nubia Bello enfocó su conferencia en la perspectiva del trabajo de memoria de las víctimas en Colombia. Destacó el propósito fundamental del ejercicio de memoria: la búsqueda de justicia, el reclamo, la búsqueda de respuestas. A través de la memoria, a las víctimas se les reconoce su voz, se les legitima, en un país donde se ha llegado a afirmar la inexistencia de un conflicto armado, comentó Bello. “Sin que haya una intención explícita, es un viaje que se emprende al pasado, sobre todo en la búsqueda de respuestas, también en la búsqueda de explicaciones y de sentidos; y también es un viaje que se hace queriendo afrontar desafíos”. El ejercicio de la memoria – individual y colectivo – no solo indaga datos y hechos: a la memoria la motivan las relaciones con otros; es un proceso emocional, de ires y venires, en el cual se construyen historias a través de narrativas nuevas, alternativas y desafiantes.
En los últimos veinte años, la memoria se ha ejercido en Colombia en medio del conflicto armado, con momentos de recrudecimiento y otros de esperanza ante la posibilidad de la paz. En este lapso, sobresalen las exigencias de las víctimas al Estado, como reivindicación de su derecho a la memoria. La memoria ha adquirido un carácter reparador, que trasciende lo político y legal. La profesora Bello resaltó el protagonismo de la memoria también en contextos de negociación en este periodo.
El conflicto armado en Colombia ha sido largo y complejo. Martha Nubia Bello se dio a la tarea de describir con cifras una realidad dolorosa: más de 260 mil muertes entre 1958 y 2016; más de 9 millones de víctimas reconocidas de diversas formas de violencia; cerca de 29 mil víctimas de secuestro, más de 83 mil víctimas de desaparición forzada y millones de desplazados internos. En el conflicto en Colombia han existido múltiples actores armados y no armados, cuyos discursos y modos de operación se han transformado en el tiempo, generando así una mayor complejidad para los ejercicios de memoria. El contexto no es lineal y se caracteriza por diferentes y cambiantes realidades regionales. Bello explicó que hay regiones de Colombia con dinámicas de postconflicto; en otras, continúa la guerra; hay regiones en las cuales la implementación de los acuerdos de paz se ha dado con dificultades; y en otras, aún no se puede hablar de paz.
Discursos en Colombia han tratado de negar la existencia del conflicto armado o de las víctimas de actores del Estado, pese a las evidencias. Esta visión negacionista reduce estas realidades para resaltar las acciones de algunos de los actores, poniéndolos así en el papel de únicos victimarios, enfatizó la investigadora. Los ejercicios de memoria de las víctimas en Colombia reivindican su existencia, son prueba de la guerra. Se apoyan en objetos y artefactos que las mismas víctimas han guardado durante años y que dan cuenta de lo vivido: son pruebas de la existencia de la guerra y del conflicto que se ha tratado de negar por algunas voces.
El derecho a la memoria: leyes y legitimidad
Entre 2005 y 2012, surgen dos procesos muy importantes en cuanto al reconocimiento legal de las víctimas: la Ley 975 de 2005, en el marco del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y la Ley 1448 de 2011, llamada Ley de Víctimas bajo la presidencia de Juan Manuel Santos. La primera ley fue criticada en Colombia y por fuera del país, por propiciar condiciones para la impunidad y ofrecer pocas garantías a las víctimas. Las víctimas desarrollaron en este periodo un papel clave, a través de su movilización y sus exigencias sobre la inclusión de una verdadera labor institucional para la memoria. Una de las mayores exigencias en términos de institucionalidad para la época fue, precisamente, la de su reconocimiento público, su participación en plataformas dinamizadoras y al servicio de la construcción de la verdad, en plena autonomía, sin estar al servicio de un discurso oficial.
En medio de la negociación
Entre 2012 y 2016, sobresalió el papel de la memoria en el proceso de negociación de la paz con la guerrilla FARC-EP. Durante este proceso, fueron discutidos, entre otros, qué versión (versiones) del conflicto se va a contar, por quiénes, cómo serán contadas. Las víctimas estuvieron presentes y participaron en las negociaciones en La Habana. No solo eso: ellas conformarían el centro de las negociaciones. Las víctimas confrontaron a las partes, plantearon sus propias reflexiones sobre las causas de la guerra, y ejercieron presión en cuanto a las responsabilidades en el conflicto, las cuales deben ser asumidas por unos y otros.
En medio del postacuerdo
Previo al proceso de paz de La Habana, se venían dando en Colombia procesos y acciones de memoria como medidas de reparación, muchos por sentencias judiciales y otros como medidas administrativas a partir de la Ley 1458 de 2011. Surgen, entre otras, entidades como el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas. Las acciones se enmarcaron como las de un escenario de postconflicto (recordemos la naturaleza no lineal del ejercicio de construcción de memoria en Colombia). Las víctimas participaron en los ejercicios de memoria -lugares de la memoria como museos, centros comunitarios, archivos-, y aportaron sus puntos de vista, experiencias, relatos y vivencias.
Los sentidos de la memoria: por qué y para qué se hace memoria
Martha Nubia Bello destacó seis sentidos:
1) La memoria como herramienta de denuncia, “para que se sepa lo que nos pasó”, parafraseando a las víctimas. Sirve para desmentir, enfrentar acusaciones, aclarar y hacer justicia.
2) La memoria como recurso terapéutico para elaborar duelos, entender lo que pasó, asumir pérdidas, sanar. La memoria propicia espacios de encuentro y conexión con otros a partir de la experiencia común. También posibilita nuevas narrativas de resignificación de la guerra.
3) La memoria como tributo y homenaje a los ausentes, que expresa la responsabilidad de los vivos con sus muertos; recordarlos y hacerles sus rituales es conmemorarlos. Así se relacionan el pasado y el futuro. “Si los olvidamos, mueren”, es la consigna de los sobrevivientes.
4) La memoria como resistencia para evitar la impunidad y que se consuma el fin criminal. En este sentido, la memoria desafía y controvierte. Para la investigadora, este es uno de los sentidos más potentes de la memoria, puesto que evoca la ausencia de la persona, pero también de sus ideales y luchas; visibiliza aquello que se busca acallar.
5) La memoria como legado, para dejar constancia y aprender del pasado, en la aspiración a la no repetición. “Para que eso que nos pasó a nosotros, no les pase a los otros”. Es la memoria que nos ayuda a entender el presente, con miras al futuro.
6) La memoria como inspiración y desafío a la desesperanza. En Colombia, este ejercicio reconoce la importancia de aquello que sí se debe repetir, que es ejemplar. Exalta las historias épicas que revelan valor y grandeza, que son capaces de cambiar el rumbo. Esta memoria devela la vulnerabilidad del poder, sus quiebres éticos; destaca las conquistas y los cambios logrados, las historias cotidianas, el valor de lo pequeño. Esta memoria controla versiones que solo hablan de horror y miedo.
Las disputas por la memoria
Como lo explicó la conferencista, hay disputas a varios niveles. Uno de ellos es el de las versiones sobre el pasado: las causas, las víctimas, los perpetradores, las responsabilidades. Otro nivel abarca las diferentes temporalidades en las cuales se ha vivido la violencia. Los pueblos indígenas, por ejemplo, hablan de violencias ancestrales. En las disputas por la memoria se exigen además las responsabilidades al Estado, para que este no influya en la manera cómo las víctimas narran lo sucedido y aportan a la construcción de la verdad; oscila entonces entre responsabilidades estatales sin vulnerar la autonomía y el derecho de las víctimas a contar lo sucedido como ellas quieran contarlo. Hay víctimas que no desean hacer memoria – puede ser desde un nivel más psicosocial – entonces buscan el olvido. Existe una tensión entre la institucionalidad y la aplicación de las leyes que amparan el derecho de las víctimas al ejercicio de la memoria. En esta lucha por la memoria existen quienes deciden no participar, bien sea por temor o por desconfianza de una institucionalización de la memoria para agenciar discursos políticos o movilizar agendas.
De manera concluyente, Stefan Peters resaltó de la conferencia de la profesora Martha Nubia Bello que puso de relieve la importancia de la memoria, si bien dolorosa, pero precisamente para que le duela a la sociedad. También rescató el valor de las memorias no oficiales dentro de la narrativa histórica y hegemónica de un país.
Asista a la grabación de la conferencia virtual de Martha Nubia Bello (en español)
Acceda al enlace de conexión de la próxima sesión: Roberto González Arana (Agosto 25 de 2020)
Consulte el programa completo del seminario internacional (.pdf, en español)
(NW Texto: Andrés Escobar, Claudia Maya. Versión al inglés: Tiziana Laudato)